Aunque pudiera estar en vía contraria a la simpatía de algunos sectores políticos, y de hecho han aparecido sus resabios, la conformación de la nueva Junta Central Electoral (JCE) llena las expectativas esperadas por la mayoría del país.

El doctor Julio César Castaños Guzmán, como presidente, y los restantes cuatro miembros titulares, designados por el Senado, son en su mayoría personas reconocidas por sus buenas dotes profesionales y un accionar a favor del respeto a las leyes y la colectividad.

Uno o dos de los escogidos podrían tener vinculación directa o indirecta con los partidos políticos protagonistas de su elección, pero eso no le quita que sus decisiones en la JCE sean del modo correcto.

Es difícil encontrar personas apartidista, para la JCE o cualquier otro estamento donde pudiera ponerse en juego la estabilidad democrática de la Nación, con una mala decisión de uno o varios de sus integrantes, pero el pertenecer o simpatizar por un partido, no es ningún motivo para que quien desempeñe una función pública actúe apegado a las leyes, cuando las circunstancias los ameriten.

El Senado hizo lo que pudo, y eligió la JCE posible, y ahora lo que resta es que la misma reciba el respaldo nacional y desearle éxitos en sus delicadas funciones, y que sus actuaciones respondan siempre al respecto de las leyes y al bien colectivo.