Carrie Fisher (actriz que personificó a la princesa Leia en Star Wars) y Catherine Zeta Jones (ganadora del Oscar por actuar en la película Chicago) fueron diagnosticadas con trastorno bipolar.

Ellas forman parte del 2,6% de la población global que presenta esta patología, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y International Society for Bipolar Disorders.

“El trastorno bipolar es una enfermedad crónica, recurrente y episódica que afecta el estado de ánimo. Se caracteriza porque la persona pierde la capacidad de regular las fluctuaciones normales del estado de ánimo y del humor”, precisa el psiquiatra Luis Madrid, especialista en trastornos del ánimo, a través de un comunicado de prensa.

El médico explica que el paciente tiene episodios de euforia patológica, que dependiendo del caso puede ser hipomanía o manía, y luego tiene un estallido de depresión, o viceversa.

De acuerdo con la OMS, la enfermedad mental suele caracterizarse por la alternancia de episodios maníacos y depresivos, separados por periodos de estado de ánimo normal.

Un episodio maníaco se caracteriza generalmente por síntomas como euforia prolongada, conducta arriesgada, desinhibición, extravagancia en la vestimenta, irritabilidad y pensamiento muy rápido.

Por el contrario, un estallido depresivo se relaciona con intensa apatía, tristeza prolongada, inhibición, pensamiento negativo, poco arreglo personal, alucinaciones, dificultad para levantarse de la cama, entre otras manifestaciones.

A vigilar los extremos anímicos

Antes de diagnosticar el trastorno bipolar, el doctor Madrid analiza en qué etapa se encuentra el paciente. Hay casos en que la persona solo presenta un episodio de manía, hipomanía o depresión.

Recalca que a veces la distancia entre el primer y segundo episodio puede ser de 10 años, pero si el individuo está atravesando por su segundo o tercer episodio, “hay 90% de probabilidades de que retorne la condición”, señala el profesor de Psicopatología de la Universidad Central de Venezuela.

El experto también puntualiza: “Alguno de los episodios debe ser hipomanía o manía, porque si solo son depresión no necesariamente es trastorno bipolar sino un trastorno depresivo mayor”.

Calidad de vida mermada

Si el paciente bipolar, su familia o médicos no evitan la recurrencia de los episodios, la persona afectada transitará hacia su deterioro cognitivo, afectando la memoria, atención, concentración y orientación, además de dolencias físicas.

“Si no es tratado a tiempo el trastorno bipolar afectará la capacidad social, laboral, y productiva del paciente. A la par, aumentará el riesgo de enfermedades cerebrovasculares, infarto del miocardio, problemas metabólicos, cáncer y Alzheimer, entre otros”, sostiene Madrid.

Otra víctima del trastorno bipolar es el entorno. “Cuando el paciente tiene episodios recurrentes, la familia comienza a agotarse, a percibir agresividad encubierta, a tener muchos gastos”, acota el psiquiatra. Ante esta realidad, propone cuatro elementos para el buen manejo de la patología:

• Farmacoterapia

• Hábitos saludables

• Psicoterapia

• Psicoeducación

Sobre la farmacoterapia, existen muchos tratamientos y dependerá del tipo de paciente. “Por mencionar alguno, la Quetiapina se usa en dosis altas para episodios de manía y dosis bajas para la depresión, junto a otros fármacos y estabilizadores del ánimo", indica Madrid.

Otro elemento importante para el especialista son la calidad del descanso y el sueño, buena alimentación, actividad física, horarios regulares de trabajo y estudios. “Con la psicoeducación se busca que el paciente y su entorno cuenten con información seria, profesional y asertiva sobre la enfermedad, además de que conozca las alternativas de tratamiento”, manifiesta Madrid.

En conclusión, una vida sana con trastorno bipolar es posible si existe voluntad del paciente, solidaridad de la familia, detección temprana y aplicación de un tratamiento oportuno.