Ivonne Ferreras
La realidad económica, social e institucional de República Dominicana en el presente histórico y de cara a la coyuntura electoral del 2016, parece inducir hacia una severa recomposición del cuadro político partidario, presuponiendo cambios profundos en el campo de las fuerzas políticas, las instituciones, el cuadro de poder y las relaciones entre los actores políticos concurrentes en el escenario nacional.

El análisis de esta realidad implica necesariamente el estudio objetivo de las características de la situación económica, vislumbrada desde ya como de profunda crisis, así como el escenario del campo partidario tradicional y del resto de las fuerzas políticas.

Claro está que, para el análisis no se puede, bajo ningún concepto, obviar el estado subjetivo de los actores sociales y la conducta socio-política de los distintos grupos dentro del poder. Como tampoco se puede sacar del cuadro las implicaciones del contexto geopolítico, especialmente la gravitación de la realidad regional y dentro de ella, las condiciones de las relaciones entre República Dominicana y Haití.

Así las cosas, todo este panorama dependerá de la suerte que corran tres factores cruciales que tienen que ver con la situación interna de los principales partidos políticos, el rejuego de poder entre los grupos económicos tradicionales y las características de los conflictos sociales derivados de la crisis económico-social y particularmente la importancia de los efectos de todo el proceso en las amplias clases medias dominicanas.

El panorama resultante de un proceso tan complejo, y la falta de capacidades para respuestas ordenadas desde el sistema político hegemonizado por grupos de intereses que no tienen frenos institucionales que respetar, apunta en la dirección de una realidad política compleja que podría implicar la intervención en el decurso de esos acontecimientos, de factores externos en correspondencia con la realidad geopolítica regional.

Con el escenario regional, la pérdida de las opciones tácticas de Estados Unidos en Venezuela, la relación y el peso de Cuba en el Caribe insular de la Antillas Menores, la inexpugnable e incierta situación de Haití a los intereses de los Estados Unidos en el área, no le resultará armónico un proceso de desestabilización política, de consecuencias también inciertas, de la realidad política y la estabilidad del poder político en República Dominicana.

Un fenómeno que presiona en este sentido es el interés norteamericano por evitar el acrecentamiento de la presencia comercial y financiera en la región después de la experiencia suramericana, además del poder económico de los chinos que se despliega amenazante sobre la legendaria hegemonía de norteamerica.

Mientras, ninguno de los partidos tradicionales cuenta con una situación interna propia ni especial. Ya todos los problemas fundamentales emergidos dentro de la realidad de esos agrupamientos, corresponden a problemas fundamentales del sistema político.

Por ello, la realidad indica que no se debe analizar por separado la situación particular del Partido Revolucionario Dominicano ni de la Liberación Dominicana. En el contexto actual existe una especie de conexión simbiótica entre los procesos de división y fraccionamiento de estas formaciones partidarias. El cuádruple liderazgo de ellas así lo muestra: Danilo Medina, Hipólito Mejía, Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado.

Este análisis implicaría una profunda recomposición de fuerzas de cara al proceso electoral venidero, suponiendo desde ya, resultados posibles conforme se desplieguen los escenarios en proceso de concreción, que serán efectivos convenientemente, según se produzcan las intervenciones de las fuerzas en cada uno de los escenarios vislumbrados.

Es cierto que no se puede observar el curso de los acontecimientos como si se tratase de una bola de cristal, sin embargo, cualquier cosa puede ser posible. A saber: El sector del danililismo sin Danilo (Reynaldo Pared Pérez, Temístocles Montás), la vuelta de Leonel Fernández, para lo que tendría que derrotar al grupo de Danilo en el Gobierno, lo que resulta poco probable; la vuelta del PRD, sobre la base de su lejana unidad interna con candidatura distinta o una candidatura emergente resultado de una fuerza política devenida de la recomposición de sectores que incluya el campo popular y de lo que queda de izquierda.

La unidad del PRD solo es posible con una franquicia en poder del sector de Hipólito Mejía, pues su división formal sería de impacto superable en el corto plazo. Por tanto, la obtención de esa posibilidad solo puede ser producto de la unidad Danilo-Hipólito, pues solo el Gobierno puede, en alianza con ese sector político, frente a una situación institucional que había diseñado y construido Leonel Fernández, si el PRD-Hipólito despliega en alianza con el campo popular, una dura batalla social ante los efectos de una crisis económico-social creciente, como la que vive la sociedad dominicana.