Los cambios y las reformas en los partidos políticos serán importantes cuando se realicen partiendo de las circunstancias del momento,  del requerimiento y las necesidades inherentes de sus integrantes; de lo contrario sería como nadar en aguas turbulentas con pocas probabilidades de sobrevivencias.

Los cambios son la razón de ser de la gente y de las propias organizaciones políticas que se nieguen a efectuarlos, ya sea como consecuencias o no de las exigencias de la sociedad y de los propios miembros de estas instituciones.

Si estas transformaciones no se originan renovando todas las  estructuras podridas de las instituciones partidarias existentes, como forma de entrar en consonancia con la realidad que  se vive y se exige en determinado tiempo, se correrá el riesgo de que las mismas se anquilosen y en lugar de darle respuestas a la sociedad, se contrapongan a sus intimaciones perdiendo con esto, la perspectiva y su vigencia como instrumento al servicio de la gente.

Las instituciones políticas que son elementos de orden social y cooperación que procuran gobernar el comportamiento de un grupo de individuos que puede ser reducido o coincidir con una sociedad entera, donde trascienden las energías individuales que armonizan con una imposición forzosa de un proyecto teórico  considerado como un bien social, en América Latina sin embargo no andan bien al ser estas negadoras de las oportunidades de ascenso que deben tener sus organismos de bases y porque además son excluyentes negando el principio de igualdad. 

El mecanismo y funcionamiento de estas organizaciones puede variar, pero debemos advertir que existen varias reglas inflexibles, ya que estas instituciones de carácter político guardan relación estrecha con los aspectos de orientabilidad y persistencia de la inmovilidad social e integral de las sociedades con el fin de preservar su perfeccionamiento.

Si en estas no se producen transformaciones reales que permitan que las nuevas generaciones con capacidad para aportar y dirigir asuman las riendas de esos instrumentos de lucha que tiene la sociedad, en cuestión de poco tiempo podría generarse en el país, un descreimiento que lleve a pensar y hasta actuar a las fuerzas oscuras ligadas al militarismo de que solo las estructuras oligárquicas y los cuarteles verde oliva  están en capacidad de enrumbar con éxito  el destino de la nación dominicana. Y ese sería un mal ejemplo a imitar.
Estos remozamientos y las reingenierías son vitales en países latinoamericanos, africanos, árabes y en cualquier región donde se entienda que solo de esta manera se podrá trillar el camino hacia el progreso y desarrollo de una nación equis, evitando desde luego, que pudieran surgir instrumentos de poder que cercenen las libertades en todos los órdenes, pero especialmente la de elegir democráticamente a través del voto popular, que es precisamente lo que legitima el sistema democrático.

En lo que concierne a la República Dominicana sectores diversos de la sociedad entre los cuales los poderes facticos, han estado exigiendo y demandando los cambios que requiere la sociedad para lograr conectarse con las exigencias del mundo. 

Porque sin lugar a dudas, la sociedad dominicana luce estancada en la movilidad social, empresarial, sindical y política, debido a la falta de oportunidades de parte de la dirigencia de estas organizaciones que se oponen al surgimiento de nuevos valores, nuevas ideas y propuestas dentro de las instituciones a la que corresponden.\

El clientelismo, la burocracia y el populismo vienen a servir de retranca a las nuevas corrientes conceptuales que desean y quieren modificar la plataforma estructural y hasta la forma de actuar de las anquilosadas organizaciones existente en nuestro país, lo que impide que surja una generación con principios y valores.

Existe la creencia que el liderazgo se obtiene a base de dadivas y el  favoritismo por parte de los que controlan los estamentos de poder tanto a nivel del Estado como en las propias organizaciones citadas, no en relación  al trabajo orgánico y  a las ideas innovadora de sus miembros, como debe ser.\

Esta realidad la podemos palpar en el sector sindical, empresarial, las organizaciones sociales y en los propios partidos políticos, cuyos dirigentes siguen siendo los mismos desde su creación sin dar paso a la ley de los cambios, lo que desde luego envejece los procedimientos internos e impide que las nuevas promesas se les acerquen buscando hacer aportes para el desenvolvimiento de las actividades y tareas propias de esas instituciones.

Pero para revertir esta situación negativa es necesario e importante que se retome el camino de la disciplina, los métodos de trabajo, la apertura democrática y la igualdad de condiciones, porque de persistir el modelo actual, se traduciría en perjuicios cuantiosos a la democracia, no solo de estas instituciones, sino también del país, que ha estado esperando por esos cambios para seguir la marcha del progreso y el desarrollo.

Es por estas razones que los tres grandes partidos políticos del sistema, deberían asumir como una imperiosa necesidad, la puesta en marcha de las transformaciones de sus estructuras poniéndolas a tono con los avances de la sociedad.

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