Al menos seis civiles murieron hoy en un bombardeo artillero atribuido a las fuerzas bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter, tutor del Ejecutivo no reconocido en el este de Libia y hombre fuerte del país, informaron fuentes militares del Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU en Trípoli (GNA).

Según su relato, el ataque se produjo a primera hora de la mañana en una zona rural de la localidad de Qasr bin Ghashir, situada en el estratégico cinturón rural que rodea el sur de la capital.

Otros dos civiles resultaron heridos en un segundo ataque atribuido a Hafter sobre la base aérea de Maitiga, único aeropuerto civil en funcionamiento en la capital Libia. con más de 80 misiles.

El bombardeo de Maitiga desató un gran incendio en los tanques de combustible, destruyó varios camiones de bomberos y causó daños importantes en la terminal de pasajeros.

Algunos de los cohetes alcanzaron el barrio vecino de Suq al Yumaa y un avión civil que estaba en pista.

La misión de la ONU para Libia (UNSMIL) condenó el viernes el incremento de los ataques contra zonas civiles en Trípoli y expresó su "alarma por la intensificación de los ataques indiscriminados en un momento en que los libios merecen observar pacíficamente el mes sagrado del Ramadán y un momento en que están luchando contra la pandemia COVID-19.

"La UNSMIL continuará documentando violaciones para ser compartidas, cuando corresponda, con el Panel de Expertos y la Corte Penal Internacional. Estas acciones despreciables son un desafío directo a los llamados de algunos líderes libios para poner fin a la lucha prolongada y para la reanudación del diálogo político", advirtió en un comunicado.

"Estos ataques muestran un flagrante desprecio por el derecho internacional humanitario y el derecho de los derechos humanos y pueden constituir crímenes de guerra. Todas las partes en conflicto deben respetar sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario, incluido el cumplimiento de los principios de distinción, proporcionalidad y precauciones en los ataques para prevenir víctimas civiles", concluyó.

Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los diversos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.

Desde que en abril de 2019 Hafter -al que apoyan Jordania, Arabia Saudi, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Rusia- pusiera cerco a la capital para arrebatársela al Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU (GNA) -al que apoyan Italia, Catar y Turquía-, el enfrentamiento fratricida se ha tornado en un conflicto multinacional privatizado sin Ejércitos, librado por milicias locales y mercenarios extranjeros.

Solo en el último año de combates han muerto más de 1.700 personas -en torno a 350 civiles-, cerca de 17.000 han resultado heridas y alrededor de 200.000 se han visto obligadas a huir de sus hogares y convertirse en desplazados internos.