El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó este sábado que varios equipos de fútbol, principalmente los de la segunda división, se deberán declarar en quiebra en los próximos días como consecuencia del impacto del coronavirus, que suma en el país 2.352 muertes y 36.599 casos confirmados.

"Ya comienza a llegar para nosotros el asunto del fútbol y no soy el que va a decidir. ¿Usted qué piensa, el fútbol puede volver con estadios vacíos? Hay que escuchar al sindicato de los futbolistas", declaró Bolsonaro en una transmisión en vivo por sus redes sociales cuando recibía simpatizantes en el presidencial Palacio de Planalto.

El gobernante advirtió que ya "hay equipos que van a decretar su quiebra: los de segunda división con toda seguridad y los que están disputando los torneos de los diferentes estados".

"Pero tenemos también equipos grandes con nóminas de salarios millonarias. Si no estoy mal la del Flamengo es próxima a los quince millones de reales (tres millones de dólares) y la del Palmeiras también. ¿Cómo van a pagar eso sin explotar la imagen y obviamente sin gente en los estadios, cómo van a generar ingresos?", cuestionó.

Después de su transmisión, el presidente bajó por la rampa hasta el portón del palacio, y saludó y conversó con un grupo de simpatizante aglomerados, que en su mayoría no tenían máscaras y guantes de protección personal ni mantenían la distancia entre personas recomendada por las autoridades sanitarias.

Los simpatizantes formaban parte de una marcha contra el aborto y de una caravana en la que decenas de vehículos pitaron frente al Palacio de Planalto para expresar su apoyo el presidente.

Manifestaciones en pandemia

Para este domingo fueron convocadas más caravanas con manifestaciones a favor de Bolsonaro y en contra de gobernadores, como el del estado de Sao Paulo, Joao Doria, antiguo aliado del mandatario y quien se opone a las orientaciones de aislamiento social vertical más flexible propuesto por el jefe de Estado.

Bolsonaro, quien al comienzo de la pandemia minimizó la magnitud de la misma y llegó a llamar la COVID-19 de "gripecita" y "resfriadito", mantiene su posición contraria a la cuarentena obligatoria decretada por algunos alcaldes y gobernadores, como el de Sao Paulo, estado que concentra el 42 % de las muertes.

El líder de ultraderecha insistió este sábado que Brasil tiene dos problemas: "el virus y los empleos", y reiteró que el país puede volver a la "normalidad" derogando las medidas extremas en algunas regiones, donde el comercio y la actividad económica, a su juicio, deben ser reabiertos "con todos los cuidados a la salud".

"Las personas tienen que usar máscaras, guantes, alcohol en gel y tenemos que hacer campañas educacionales. No estoy preocupado con la economía y sí con los empleos, cuya falta puede causar más muertes", apuntó el gobernante, quien esta semana dimitió al ministro de Salud justamente por diferencias en cómo tratar el problema.

El diputado y ortopedista Luiz Henrique Mandetta, que tenía el aval de la mayoría de población a su gestión e incluso gozaba del apoyo de una buena parte de la oposición en el combate al coronavirus, fue cesado del puesto y en su lugar asumió el oncólogo Nelson Teich, sin experiencia política en cargos públicos. EFE