De los numerosos atributos que adornan la compleja personalidad de la especie humana, para secundar esta exposición, destacaremos dos; uno de ello, es que tendemos a mantener silencio connivente, revelador de situaciones absurdas que nos sugieren conveniencias, o que nos suscitan temores inexplicables. Y el otro consiste, en que al quedar en evidencia, propendemos a excusarnos constantemente, justificando nuestros errores en nuestra presunta ignorancia, o en el desconocimiento de los demás. En cualquier circunstancia, la verdad siempre se abrirá paso, y tarde o temprano, caerá el velo tras el cual nos escondemos, dejándonos al descubierto ante quienes ostenten la potestad para censurarnos, o juzgarlos.
 
Desde tiempos inmemoriales, se estima que la humanidad domina la teoría de que cada acto del hombre tiene consecuencias, las cuales pueden ser favorables o adversas, conforme a que se obre lógica, o impropiamente. Sin embargo, carece de sentido que todavía en nuestros días, el género humano continúe enclaustrado en la creencia tradicionalmente equivocada de que la práctica de buena moral le inhibe, que solo vulnerando los principios y avasallando a sus semejantes, podrá lograr sus metas más cercanas.
 
Como habíamos dicho, las anteriores observaciones nos permiten iniciar, sin rodeos, la cuestión que en esta ocasión motiva nuestra intervención. No sin antes disculparnos, ya que la facultad para impartir lecciones de deontológica política en el Partido de la Liberación Dominicana, P.L.D., no es competencia nuestra. Labor tan importante desempeñó magistralmente el Presidente Bosch; por cuya encomiable vocación tuvo que soportar incontables agravios a lo largo de su abnegada vida.
 
Es obvio que la actual coyuntura partidaria, no depara serios inconvenientes, fruto de ello es que en estos momentos, solo disponemos de este medio para expresar y hacer valer nuestros reclamos e inquietudes. Somos conscientes, de que con su utilización tocaremos sensibilidades ajenas, y que nuestra postura puede acarrearnos animadversiones de compañeros que puedan sentirse aludidos u ofendidos.
 
A nosotros, esta razón no nos impedirá cumplir con nuestra responsabilidad. Por ello, de inmediato vamos a saldar la deuda contraída en días pasado, en cuanto a delatar actitudes que sean perniciosas para la institución peledeista… Semanas atrás los que fueron rumores, hoy son hechos confirmados. Los principales dirigentes del Partido, en el país y en las Seccionales del exterior, se han abierto un espacio de campaña electoral interna, con el fin de postularse a funciones partidarias en las próximas reestructuraciones, previstas para después del VIII Congreso Norge Botello.
 
Siendo así, no creemos que por el hecho de hacernos eco de las posteriores informaciones, constituya un motivo real para que se nos considere sujetos de perturbación... En lo que concierne a la Seccional de Madrid y a otras ciudades de España, el furor electoral se expande como el viento, percibiéndose que el ambiente de campaña política ha aumentado apresuradamente en cada lugar. Se contactan a miembros por la vía telefónica. Las francachelas y reuniones se celebran a la orden de precandidaturas. Y como ha de esperarse, ya se conformado equipos de campaña para la promoción de las aspiraciones.
 
De antemano sabemos que, los compañeros implicados en este proceso informal, y quienes aprueban estos procedimientos, responderán con los acostumbrados sofismas... Dirán que todos en el Partido estamos haciendo campaña. Que los compañeros están ejerciendo libremente sus derechos partidarios. Que las visitas y reuniones en las zonas o coordinaciones sirven para activar las estructuras del Partido. Que los dirigentes están preparando a las bases para abordar el VIII Congreso. Y sobre todo, con el pretexto de defender sus dudosas actuaciones, nos invitarán a que hagamos lo mismo.
 
Efectivamente, los estatutos del Partido garantizan consecuentemente unos derechos, siempre y cuando se cumplan unas obligaciones o deberes. En el P.L.D. todo miembro goza de una respectiva legitimidad para manifestar o aspirar a cualquier función partidaria, a su debida oportunidad. No es prudente que ahora nos precipitemos, ni mucho menos que permitamos se pretenda disfrutar de unos derechos, cuando aún no se han hechos los meritos correspondientes.
 
En nuestra organización, es evidente que estamos inmersos en una atmosfera de tensiones y nerviosismos. La locura colectiva por las ambiciones desmedidas de poder, podrían romper las escasas condiciones que sustenta nuestra unidad. Y no justo que ahora sigamos haciendo de la vista gorda y que pasemos de página al tema. Por nuestra parte, de manera constructiva, indicaremos las posibles consecuencias de una campaña a extemporánea. En el próximo decálogo, revelaremos a los compañeros, que debajo de sus actuaciones consideradas como normales, subyacen serias infracciones a la ética partidaria, las cuales contribuyen a acentuar la situación de deterioro progresivo que afecta a nuestra entidad:
 
Primero. En el país y en las Seccionales del Partido se crearon las respectivas comisiones para gestionar y organizar el Congreso, al igual que las actividades relacionadas con él. En Madrid, los dirigentes de más relevancia, centrados en su campaña electoral, no han hecho otra cosa que rendir tributos a sus aspiraciones, asumiendo en su totalidad, las competencias de dicha comisión. Su ambición de poder les ha empujado a la invalidar deliberadamente a este órgano de trabajo, y por consiguiente, a desobedecer a mandos superiores.
 
Segundo. En el periodo actual, la agenda partidaria registra como prioridad la celebración del VIII Congreso Norge Botello, lo cual hace que el proceso electoral abierto sea inoportuno e ilegal. Dicha campaña hubiera pasado desapercibida, si con ella no estuviéramos poniendo en riesgos los objetivos reformadores de tan magno evento. Con sus maniobras electorales, los compañeros, distraen al Partido con actividades que perjudican el desarrollo adecuado de dicho Congreso.
 
Tercero. Con el fin de tomar la delantera a otros posibles precandidatos, y reducir al mínimo la competencia, los compañeros en campaña, realizan visitas furtivas a las a las respectivas coordinaciones del Partido para promover sus proyectos personales. Al abrirse un proceso de campaña electoral inoportuna, sin la autorización pertinente, los compañeros están cometiendo falta por indisciplina.
 
Cuarto. Cuando se tiene aprecio al Partido, las ayudas a miembros en situaciones de precariedad, se canalizan voluntariamente a través de la institución. Al hacerlo de manera personal fomentamos el clientelismo. Cuando existe dinero de por medio se pueden condicionar conciencias, y más aún, si una gran parte de compañeros padece los efectos agobiante de la difícil situación económica.
 
Quinto. Los dirigentes de mayor escalafón en el Partido, guardan informaciones privilegiadas en cuanto a la matricula con direcciones y teléfonos de miembros, padrones electorales, lineamientos del actual congreso, etc. etc. La situación que ahora se está dando, puede interpretarse que los compañeros responsables, pueden estar usándolas en su propio beneficio.
 
Sexto. Se sabe que grupos identificados pretenden personalizar al Partido con el fin de someterlo y dominarlo a su antojo. No es ningún secreto que paralelamente se trabaja en la imposición de compañeros a funciones partidarias importantes, aunque éstos no hayan alcanzado la madurez y la experiencia políticas necesarias para el desempeño de las mismas. Con sus conductas temerarias, los compañeros contravienen los principios de democracia y exponen al Partido a una ruptura interna inevitable.
 
Séptimo. Cuando por métodos abusivos, a cualquier miembro se le usurpa de sus funciones, o se le priva de sus derechos partidarias, estamos cometiendo un acto de exclusión o marginación política, tan perverso como reprobable.
 
Octavo. La formación a vapor de nuevo comités de bases en el presente proceso, sin el debido control del Partido, para auspiciar la creación de nuevas direcciones, es una obra irreflexiva y peligrosa, ya que compromete seriamente al Partido, al gobierno y al país, con expectativas de empleos que difícilmente se les podrán cumplir a los futuros compañeros. Es precisamente en los aspectos organizativos en donde radican las fuertes contradicciones del proceso de aperturista, ya que a conveniencias de algunos, unas veces somos un partido abierto; y cuando no, una institución ilógicamente cerrada.
 
Noveno. Independientemente de su nivel jerárquico, un dirigente es depositario de confianza, sobre él descansa la sagrada responsabilidad de arbitrar, de vigilar por el cumplimiento de las normas, de administrar justicia con imparcialidad, y sobretodo, procurar el bien común. De ahí que cuando las violaciones provienen de los propios dirigentes, se genera una situación de máxima tensión, cuya gravedad terminará deslegitimando a los infractores, a la vez que provoca un daño irreparable a la Organización. Y,
 
Décimo. El irrespeto al Partido, o el desdeño a su institucionalidad, es una falta más de atropello, que puede concretarse en cualquiera de las actuaciones antes señaladas.
 
Salvando las diferencias, en una organización a la deriva, como es el caso nuestro, se cumplen los criterios de una rebelión social. En el estado de caos que se genera, el clima transitorio de impunidad, aglutina espontáneamente a personas en torno a una supuesta causa legítima, y las convierte en vándalos que actúan sin control.
 
Con nuestra posición no estamos planteando la instauración de un código moral extremo que maniate las iniciativas de los compañeros. No, no se trata de eso, pues indudablemente la norma moral excesiva llevada al terreno colectivo, podría constituirse en elemento de conflicto, tal como lo sería el individualismo exagerado. En realidad, a lo más que podemos aspirar es que se cumplan formalmente los estatutos, que se regule lo que sea necesario, y que se establezca un reglamento ético esencial, que propicie el equilibrio y una convivencia armoniosa en el Partido.
 
Lamentablemente, no es mucho lo que podamos hacer contra este tipo de comportamientos. Justamente, estamos transitando una vieja situación partidaria, en la que prevalece la absoluta impunidad. En cada asamblea nos enfrentando a compañeros habituados a violentar cuantas clases de reglas les impida alcanzar sus propósitos individuales, sin que hasta ahora hayan recibido una sola sanción ejemplar por parte de las instancias competentes del Partido.
 
Para tranquilidad nuestra, aún contamos con la opción de orientar a compañeros de las bases, advirtiéndoles que eviten se les haga participes inocentes en prácticas, de las que más tarde puedan arrepentirse. Hagámonos de la paciencia necesaria para esperar el periodo que se le asigne a las próximas elecciones internas del Partido. Y prestémosles especial atención a todas las propuestas de los compañeros que se presenten como aspirantes, para que así podamos elegir a nuestros representantes más destacados.
 
Los peledeistas tenemos la certeza de que las virtudes de administración pública que esta exhibiendo nuestro gobierno a favor de las clases más vulnerables del país, beneficiarán al Partido en su propósito de continuar en el poder. Y si se mantuviera la confusa situación que divide y debilita al principal partido de la oposición, nuestras posibilidades electorales serían aún mayores para año 2016. Pero no nos engañemos, el Partido y gobierno están dando muestras de que son instituciones de naturalezas muy distintas; y si estamos preocupados por recuperar la senda de la confianza perdida en el pueblo dominicano, necesariamente tenemos que procurar un viraje de rumbo. Una rectificación juiciosa de nuestros errores no se hace esperar.
 
Por ahora, nos atañe la tarea de hacer un exhaustivo balance, para pensar y actuar con claridad. Esta es la manera más apropiada de rendir un digno homenaje al fenecido compañero Norge Botello. ¡Defendamos el VIII Congreso, reivindicando el Boschismo!