A no ser por la división, el candidato natural del PRD para la presidencia de la República, lo sería, por segunda ocasión consecutiva, Hipólito Mejía. Así lo pienso.

Ahora bien, Hipólito no tiene partido. Su partido, el PRD, lo tiene secuestrado el ex presidente Leonel Fernández a través de Miguel Vargas, quién en un acto de traición insospechado, hizo todo cuanto le fue posible para impedir el triunfo electoral del partido que preside de facto.

Hipólito, un político 24/7 (24 horas al día, los siete días de la semana y los 365 del año) no anda promoviendo su imagen, ni una candidatura prematura cuando no cuenta con una estructura partidaria unida en torno a su figura. Sería un contrasentido. Lo primero es el partido. Tratar de salir de la crisis sin división, ni debilitamiento, algo que dudo sea posible. Miguel no quiere unidad, quiere otra cosa…

En estos momentos nadie tiene partido. Las siglas PRD se las regaló Leonel a Miguel para mantenerlo dividido evitando que haga oposición dura y competir en las elecciones donde él intentará recuperar el poder.

Las encuestas del gobierno, las de Leonel, las de Hipólito, las de Luis Abinader, las de los empresarios, y hasta las de “la embajada”, dicen que Miguel Vargas es un muerto político, que ya es un cadáver maloliente camino al cementerio del olvido y el desprecio. Pero aun sirve a los intereses del enemigo. Los intereses de Leonel Fernández y su pandilla de rufianes.

Es obvio que Miguel no quiere una convención abierta, plural, democrática, donde resulte electo el de mayor simpatía popular; al contrario, quiere boicotear todo intento de elección popular porque la gente lo rechazaría abrumadoramente. Miguel no tiene forma de ganar una convención en el PRD. Puede invertir los 50 mil millones del presupuesto nacional que Leonel gastó para imponer a Danilo Medina como presidente de la República. Y ni así.

Cuando pide la candidatura presidencial sin elección, sabe que nadie lo aceptará. Es el mayor de los despropósitos, es un llamado a la ruptora, a la división, que es justamente lo que quiere Leonel.

Mal haría Hipólito con salir a las calles, hablar con la gente para decirle que quiere intentarlo de nuevo. ¿Candidato de qué? ¿De cuál partido si no hay partido? Ha logrado, eso sí, crear una corriente poderosa dentro del PRD que ya es más del 80 % junto con Andrés Bautista, Orlando Jorge Mera, Geanilda Vásquez, Milagros Ortiz Bosch, Fello Suberví, Ivelisse Prats, Ana María Acevedo, Guido Gómez, César Sánchez, César Cedeño, Hugo Tolentino, Víctor Méndez, Jesús Ferris Iglesias, Emmanuel Esquea, Manuel Duran, entre muchos otros valiosos dirigentes de todo el país. Ese es el PRD institucional, el que representa las bases. Ese es el PRD de Peña Gómez.

Cuando el panorama esté más despejado, cuando se resuelva la crisis del PRD en el sentido que sea, entonces, y solo entonces, Hipólito tomará una decisión, que necesariamente no será la de postularse, pero tampoco descartarse a sí mismo. Hipólito sigue siendo, a mi juicio, el principal activo político del PRD. Por eso es mi candidato a la presidencia de la República en las elecciones del 2016. ¡Y creo que de la mayoría de los perredeístas! (Luego explicaré porque).