El autor es director Ejecutivo de Acción Comunitaria La Aurora y Coordinador General de Alianza País en EE.UU

Nueva York.- Indigna y provoca al mismo tiempo la absolución, por un Tribunal del estado de la Florida, de George Zimmerman, responsable de la muerte del joven afroamericano Trayvon Martin.

Esta decisión judicial da luz verde para que cualquier ciudadano vigile, detenga y llegue al asesinato de otra persona sobre la cual se tenga sospecha de ser o poder ser un delincuente.

Ser joven y negro y caminar por un barrio de mayoría blanca, se convierten en razones para reclamar la presencia de la policía en una comunidad.

La parte menos visible de tan repudiable acción es el racismo que asocia la negritud al peligro, al temor, a lo ilegal, al robo y al asesinato.Eso ocurre hoy en una nación, como EE.UU., con una larga tradición de lucha contra el racismo y la discriminación por razones raciales.

En una sociedad que conoció de un extraordinario movimiento de masa a favor de derechos humanos y civiles para todas y todos, no tan solo para anglosajones.

Una sociedad que además de haber parido a una figura histórica de alcance mundial como lo fue el Premio Nobel de la Paz Martin Luther King Junior, tiene hoy en la  presidencia del país precisamente a un descendiente africano, Barack Obama.

Confirma el veredicto de la Florida lo que recogen múltiples estudios sobre raza y desempeño judicial: es mucho más probable que una persona blanca salga libre que una negra, aun ambos habiendo cometidos el mismo delito.

Eso indica que a pesar de los avances logrados en materia judicial en esta nación, aun el prejuicio, la raza y la condición de clase influyen al momento de un tribunal dictar sentencia, como al momento en que la policía actué como fuerza preservadora del orden público.

El caso de Trayvon Martin nos recuerda el del joven estudiante dominicano Manny Mayí, 18 años de edad, quien el 28 de marzo de 1991 fue asesinado por un grupo de 10 jóvenes blancos, quienes le persiguieron y golpearon en un tramo de 16 bloques en Corona, Queens. 22 años después su madre, Altagracia Mayí, aun reclama justicia. Nadie fue encontrado culpable.

Además de condenar el asesinato de Trayvon Martin, quienes abogamos por una sociedad justa y donde todas y todos seamos iguales ante la ley, también nos corresponde acompañar en la Florida, en New York o donde quiera que sea, a la familia de Martin y a la comunidad afroamericana en su reclamo de justicia.

Sólo hay que ser decente para estar en este momento al lado de la familia y de la memoria del joven Trayvo Martin.